exposición
AL OTRO LADO DEL RÍO
Siempre resulta grato visitar con asiduidad el coqueto taller que el amigo Elías del Río tiene instalado junto a lo que hasta hace muy poco tiempo era la Puerta Nueva de la ciudad o, si se quiere, en la misma embocadura de la Villanueva. Es decir, en pleno corazón de Logroño, para saber en qué proyecto anda ocupado o cómo afronta los retos que voluntariamente asume tratando de hacer del arte un eficaz vehículo de expresión cargado de matices fauvistas. Colores encendidos a la usanza de un chisporroteo de fuegos artificiales junto a la ribera del Ebro en plenas fiestas mateas: un espectáculo en el que no hay necesidad de emplear tonalidades negras, porque para eso nada mejor que el velo protector que brinda el escenario de la noche. De ahí el optimismo que respira en todo momento su obra.
En esta ocasión, sin embargo, hay que hacer notar que las pinceladas se han vuelto no sólo más amplias y continuas, sino también más generosas en intenciones. Sin olvidar que el formato de los cuadros, por ejemplo, constituye igualmente parte esencial de ese mensaje renovador en el que Elías del Río está ahora inmerso. Más que cuadros, son de hecho espacios abiertos y densos cargados de olor a lluvia por los que asoma de vez en cuando un trozo de cielo en permanente tensión que nos remite sin querer a la añoranza de algunos rincones parisinos. Lo sutil en medio de la vorágine. Pero que nadie se equivoque. Aquí no hay otro encuadre que La Rioja y la fuerza cromática de sus cepas. Y es que, por encima de todo, ésta es una exposición de vendimia, de vaguadas pobladas de racimos de uvas y de simbólicos horizontes. O lo que es lo mismo, de agradecida sintonía del autor con una tierra tan generosa…
Algo hay flotando en el ambiente de la ciudad cuando en esas manchas de ocre o en esos azules y violetas uno percibe de inmediato ecos que, aunque se suponen levantinos, lejos de ser algo aislado o anecdótico, no tiene más remedio que relacionar con la producción de otros pintores locales ya desaparecidos, lo que constituye toda una seña de identidad. Alguien podría decir con razón que es la influencia natural del Ebro, el cordón umbilical que nos une desde antiguo con culturas milenarias tamizadas por mil luces. Pero no. Son los mismos colores que impregnan las piedras de sillería, tejas y ladrillos de nuestros edificios o de las gotas de vino que quedan impresas sobre el mantel blanco después de una buena comida. Lo cotidiano convertido en norma genética…
La muestra, y en el contexto del mismo hilo conductor, se enriquece asimismo con diferentes grabados y esculturas que sirven para dar una idea más certera del temperamento y posibilidades creativas de Elías del Río y de su rico mundo interior, con ingenio y calidades en permanente ebullición. Me encanta su franqueza.
José Manuel Ramírez Martinez
Doctor en Historia del Arte
la santísima trinidad
Exposicion de Elías del Río
3 de Septiembre de 2007
Sala de Exposiciones de ibercaja
Rafael Azcona
Guionista y escritor
de perdidos a del rio
EXPOSICIÓN ELÍAS DEL RÍO
19 noviembre 2009
Galería Aguado
Elías del Río nos ha sorprendido con esta nueva muestra. Aunque siguen apareciendo algunos de los rasgos característicos de su perfil más consagrado, lo que ahora ofrece no era ‘previsible’, no responde a lo que nuestra previa expectativa dictaba. Estamos ante un producto artístico renovado, ante un saber hacer cargado de vientos de frescura y libertad expresiva. En la exposición es dominante el conjunto de 22 esculturas de pequeño formato y tanto aquí como en los dibujos y pinturas que acompaña, la figura humana emerge como común denominador.
Elías del Río ha utilizado en las esculturas un combinado de resinas, soportes plásticos, sulfatos cálcicos y colas vegetales, en un logrado intento por ensayar nuevos soportes al estilo de aquel Marcos Cabrera que en 1575 hizo el Cristo de la Expiración (Museo de Sevilla) con pasta de madera y telas encoladas. En cuanto al acabado de las pequeñas esculturas, se me antoja heterodoxo el recurso a la pintura blanca, matizada con pátinas grises, negras, o algo azuladas, que en todo caso aporta un resultado atractivo y original.
Las pequeñas piezas apuntan perfiles más bien robustos, trazos sueltos y recios, ritmos curvos y quebrados, caderas y pechos generosos, piernas y brazos potentes. Son piezas pequeñas, pero grandes en fuerza expresiva. Parten de bocetos y de un dibujo consistente, llevado luego a la forma y al espacio. Las piezas evocan a veces inspiraciones procedentes de latitudes del arte muy distantes, pues nos parece percibir ciertos toques picassianos, o vemos esa figura femenina en la que recordamos la Venus de Willendorf, pasando por aquella otra masculina en posición un tanto rodinesca, o algunas que muestran maneras del arte primitivo o de antiguos exvotos. En los dibujos y pinturas que completan la muestra, Elías del Río nos lleva por caminos más conocidos, pero siempre haciendo gala de su extraordinario dominio del dibujo y de su control sobre la mancha y el color.
En suma, la exposición de Elías del Ríos ofrece una sorprendente explosión de cosas diferentes, un rico combinado de escultura, dibujo y pintura, una sinfonía de técnicas, materiales y formas. Ello pone de relieve, a mi entender, lo mucho que da de sí un artista cuando brega por sacudirse de encima fórmulas fijas y estereotipos propios, cuando rechaza por principio ser un acomodado copista de sí mismo, pues en la experiencia creadora, como en la vital de todo ser humano, cada cual sabe que dentro lleva al peor enemigo y también al mejor amigo; el primero nos dice: ‘eres excelente’, y el segundo: ‘todavía no’. Crear es drama, lucha entre antagonistas, muerte de algo para alumbramiento de lo nuevo; y Elías del Río ha escuchado al amigo interior, que le veta la autocomplacencia y le exige cada vez más. El resultado es lo que de novedad y a la vez de madurez tiene esta exposición. Enhorabuena.
Urbano Espinosa
en la rioja nací
EXPOSICIÓN DE ELÍAS DEL RÍO
27 Noviembre 2010
Galería de Arte Aguado
Que Elías del Río es de La Rioja quiere que quede claro ya en el título que le ha dado a la exposición. Pero es que no hace falta que lo titule así, basta con ver las obras aquí recogidas, en las que recorre los lugares más emblemáticos de La Rioja y de Logroño (San Millán, la línea del cielo de Logroño, la fuente del peregrino…) e interpreta con su estilo característico alguna de las costumbres que nos identifican (el pisado de la uva, las danzas y bailes populares, el cachiberrio).
Los temas riojanos se desarrollan con dinamismo (incluso los paisajes urbanos están en movimiento, ésa es una de las claves de Elías), buscan el volumen y el claroscuro con mancha y, por supuesto, el propio color, algo característico en él. En cada cuadro se pone a prueba a sí mismo.
Sí, todo ello con su estilo inconfundible, porque Elías encarna la famosa expresión “el estilo es el hombre”, del ilustrado francés del XVII el Conde de Buffón. Es decir, que su obra es él, esa peculiar y única interpretación del mundo que se refleja en cada uno de sus cuadros, que están llenos de subjetividad, alejados del academicismo (como él mismo).
En Elías del Río hay un extraordinario dominio de la técnica, pero sin que lo parezca; está al servicio del cuadro, es un instrumento al servicio de su creación artística. Y hay también una creatividad desbordante. En el paisaje que hemos visto mil veces, en esa tradición que se ha repetido durante siglos, aporta el autor su toque genial, lo interpreta y nos lo transmite con su estilo único.
Elías, no sólo con su vida, sino con su arte, muestra la pasión por su tierra, por sus señas de identidad, por sus paisajes y por sus colores. Ha elegido la letra de una célebre jota como título de su exposición y podría decir, siguiendo la letra de la jota: “En La Rioja nací, en La Rioja nací, y el cariño a mi tierra lo pinto así”. Es este puro sentimiento y orgullo de sentirse riojano el que se refleja en cada una de las pinceladas de su obra. Enhorabuena por esta exposición.
Mayte Ciriza
CON LOS AMIGOS...